Decálogo para el plantado

Esto estaba escrito en las tablas que Enrique VIII  recogió de los montes Peninos, como guía para adecuar toda una religión a tu placer, sin el disimulo que dan los santos; luego de tantos divorcios y  sin más reino que el cuerpo de alguna mujer, hizo el periplo por bajar este decálogo sólo para que se perdiera entre la disoluta noche en la que arribo a Gales, de ahí hasta armar su propia iglesia para casarse.

Aunque el logro de sus propósitos son conocidos, la tablilla con estos aforismos se pensaba una leyenda;: contada entre las aventuras de Giacomo , Rasputín y Kim Philby; historias que de buenas, eran plácidamente verosímiles.

1. Recordarás a tu mujer que las obligaciones de padre finalizaron después del sexo.
2. Zanjarás cualquier discusión con un determinante: sí, cariño
3. Guardarás inexcusablemente el sábado para poder salir con tus amigotes y sacar el spleen  acumulado.
4. Considerarás la cocina como un lugar sagrado para tu mujer y no profanarás esa estancia con tu presencia.
5. Pensarás en tu casa como en un hotel: comer, cenar y dormir y no necesariamente todos los días.
6. Evitarás dejar a su alcance las cosas valiosas, a menos que sea para limpiarlas, como el coche o bártulos especiales.
7. Afirmarás con visibles muestras de enojo, que esas manchas de carmín en tu camisa se deben única y exclusivamente a la desidia que pone al lavar tu ropa.
8. Blindarás tu futuro contra lo que pudiera pasar, haciendo separación de bienes desde el primer día, siempre ser precavido.
9. Repartirás las tareas de la casa en partes iguales: tu mancharás y ella limpiara, tú las tareas de pensar y ella a lo manual; dado la supervivencia social ha mostrado, es la mejor forma de preservar la especie.
10. Para mostrar que esta organización es la mas natural y racional posible, sé generoso y divide el hogar equitativamente: para ella la cocina, la despensa y el baño y para ti lo que quede.
11. Déjale claro cual es el ABC de tu vida: Amigos, Bebidas y Cueritos.
12. Cúbrete las espaldas. ten lista una habitación de invitados, el sofá no es el lugar para el reposo de un hombre.

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